Por primera vez en la historia, esta obra de referencia descifra las pinturas rupestres prehistóricas y demuestra que Adán, el hombre primordial, fue divinizado tras su muerte y se convirtió en objeto de culto en los santuarios rupestres del hombre prehistórico como padre de los dioses, bajo su propio nombre, Adán, así como bajo sus sinónimos, Kish (que dio nombre a la primera dinastía de Sumer) y Gizeh (que dio nombre al yacimiento egipcio que es la Meca de su culto al renacimiento).
En el primer gran capítulo, demuestra de manera académica, basándose en las investigaciones realizadas sobre los frescos rupestres del Paleolítico Superior por los arqueólogos más destacados (Abbé Breuil, A. Leroy-Gourhan, G.S. Sauvet y A. Wlodarczyk), que los animales y signos que han catalogado y analizado exhaustivamente corresponden perfectamente al lenguaje ideográfico más antiguo conocido: el proto-sumeria, tanto por el corpus de signos como por las reglas semiológicas observadas.
A continuación, en un segundo gran capítulo, descifra los grandes frescos rupestres de Lascaux, Marsoulas y Pindal gracias a sus conocimientos del proto-sumeria y de las lenguas ideográficas arcaicas afines. Este desciframiento demuestra que el arte rupestre fue efectivamente utilizado por el sacerdocio prehistórico para representar, nombrar y venerar al antepasado-padre de la humanidad como padre de los dioses en su religión mitológica.
Este libro es el primero del volumen 2, dedicado exclusivamente al análisis de la religión prehistórica.
Sus sorprendentes revelaciones interesarán sin duda a creyentes, ateos y agnósticos por igual.
Este libro es, pues, el punto de partida para una explicación detallada de todo el sistema de creencias sagradas de la religión mitológica prehistórica, que posteriormente impregnó todas las religiones del mundo antiguo.
Le invito a participar en este desciframiento de largo alcance, en la confluencia de la historia, la ciencia y la religión.
Para los creyentes, ayuda a confirmar la historicidad de la existencia de Adán y, por tanto, del relato del Génesis, pero también es una prueba para todos de que el lenguaje de la prehistoria y de la historia son uno y el mismo, y de que la mitología y la religión de la prehistoria y de la historia son una y la misma.
Este libro pasa página a la visión truncada de la prehistoria,
y se abre otra primera página verdaderamente extraordinaria en la historia de la religión, de la humanidad…
Gracias por compartirlo. Un trabajo impresionante, piense lo que piense el "establishment científico". Hace falta valor (y convicción) para darle la vuelta a la tortilla. Bravo por este increíble trabajo. Este libro es una mezcla de la convicción íntima que da impulso y dirección a la investigación, y del rigor científico que triangula años de descifrar nuestras lenguas. Abre nuevas perspectivas, y tanto mejor. Sin responder a las cuestiones existenciales de nuestros orígenes, propone un hilo rojo que recorre el desarrollo de los modos de transmisión del saber (ça voir) de la humanidad a las generaciones siguientes.
!!! Tras doce horas de vuelo, ocho horas de tren y algunas noches fuera: ¡bien hecho! ¡Qué obra, qué erudición, qué punto de vista tan singular y seductor! Enhorabuena
Hola, Yvar. He llegado al final de esta segunda parte, que es tan ambiciosa e impresionante como siempre, gracias a la inmensa cantidad de investigación y síntesis que se ha invertido en ella. No sé por dónde empezar, ya que el tema es muy amplio, así que voy a hacer lo posible por responder a la pregunta... ¿Me has convencido? En realidad no, porque ya estaba convencido de que la mayoría de las creencias, incluidas las arcaicas, nacían de los mismos mitos, cuyo objetivo era comprender mejor la muerte, explicar fenómenos naturales que escapaban a nuestra comprensión desde hacía mucho tiempo, aplacar la cólera del dios o de los dioses que supuestamente los causaban, crear una jerarquía, utilizar el poder, despertar la conciencia del bien y del mal... Es decir, estoy convencido de que las religiones actuales, con excepción del budismo (religión no teísta, por supuesto ;-)), tienen su origen en este mito inicial del Dios juez y creador. Pero sí, me has convencido al centrarte en el significado simbólico y no literal de las lenguas ideográficas con múltiples significados, al señalar sus similitudes de un sitio a otro, de una civilización a otra, al minimizar el impacto de las coincidencias por la improbabilidad de su número, porque al hacerlo has reducido el margen de error. ¿Especular únicamente sobre el significado literal podría tener el mismo efecto? No lo sé. En otras palabras, es mejor ignorar al cartesiano que hay en ti si quieres estar totalmente convencido ;-). Sin embargo, al reducir los márgenes de interpretación, la demostración por similitudes simbólicas se vuelve racional, ... En cualquier caso, si mis ojos y mis pocas palabras de neófito le animan, encantado. Gracias por compartirlo, Yvar. Espero que mis sinceros comentarios animen a los lectores a abordar su trabajo.